CAUCHARI, Jujuy.- A 4020 metros de altura, en una de las regiones más áridas del planeta, el millón de paneles solares forman un océano azul que hacen que Cauchari parezca un espejismo. Sin embargo, el parque solar más grande de Sudamérica –y el más alto del mundo entre los de gran porte–, es una realidad concreta. Tan concreta que desde el Noroeste argentino está liderando la transición energética necesaria para enfrentar el cambio climático.
Al subir la zigzagueante cuesta del Lipán por la ruta provincial 52 y atravesar las salinas, el efecto es inmediato: el oxígeno empieza a faltar. En rigor, todo escasea en la Puna jujeña. Todo menos la cercanía con el sol. Eso explica porqué aquí se decidió construir una de las obras de energía renovable más ambiciosa de la región, que ocupa 800 hectáreas –algo así como los barrios de Recoleta y de Puerto Madero sumados – y que ya genera la electricidad equivalente para satisfacer la demanda de la ciudad de Jujuy.
“Elegimos este lugar porque acá contamos con la mejor radiación solar del planeta, con más de 260 días de sol al año”, explica a LA NACIÓN Martín Altamirano, un joven físico y doctor en Energías Renovables de la Universidad Nacional de Salta, que tras trabajar en el Aconcagua fue convocado a su tierra natal para ayudar a construir el parque solar más alto del mundo.
No fue el único: ingenieros y técnicos llegaron del exterior para sumarse a los más de 1700 trabajadores, muchos de ellos de comunidades originarias de la zona, que cumplieron con la epopeya de trasladar 2664 contenedores desde China al medio de la Puna y ensamblar 960.000 paneles solares, soportando gran parte del año temperaturas bajo cero y vientos de hasta 100 kilómetros por hora.
Para Guillermo Hoerth, presidente de Cauchari Solar, que depende de Jemse (Jujuy Energía y Minería, Sociedad del Estado), la empresa provincial de energía sustentable, el proyecto es un gran paso hacia una transición energética que permita descarbonizar la economía, un objetivo que por estos días dirimen los líderes globales en la crucial Cumbre Mundial del Clima, en Glasgow.
“El último informe del panel de expertos de la ONU es concluyente sobre la acción humana en el aumento de los gases de efecto invernadero que generan el cambio climático. Y la principal actividad que altera la temperatura global es la producción de energías fósiles. Esto está provocando un cambio en la conciencia de la gente y también de los gobiernos sobre la necesidad de cambiar la matriz energética y da pie a proyectos como este”, explica Hoerth, mientras recorre los paneles robóticos interconectados que se mueven como girasoles en busca del mejor ángulo para convertir la radiación solar en energía limpia.
En su primer año de funcionamiento, el parque produjo 690.000 MW/hora, es decir que evitó que 780.000 toneladas de carbono lleguen a la atmósfera.
Que el parque solar más grande de Sudamérica se haya construido en la Puna jujeña es ante todo un contundente ejemplo de cambio de paradigma tecnológico. Diez años atrás, un proyecto de esta magnitud hubiera sido considerado ciencia ficción. Sin embargo la aceleración tecnológica permitió que hoy se pueda producir energía fotovoltaica de forma eficiente.
“En 2010 los parques solares más grandes del mundo eran 100 veces más chicos que Cauchari “, ilustra el ingeniero Guillermo Guiralt, un referente en la materia que antes de liderar este proyecto trabajó en parques solares en países como España, Italia, Francia y Emiratos Árabes.
¿Es posible que el Noroeste argentino se convierta en el corazón de la transición energética a nivel regional? Por estos pagos creen que sí. No solo porque Cauchari funciona por encima de las expectativas, porque ya genera ingresos por 50 millones de dólares y porque en breve las autoridades jujeñas esperan la autorización del gobierno nacional para ampliar el parque y así aumentar su potencia en más de un 60%, con lo que se alcanzaría a generar el equivalente a toda la energía que usa la provincia.
Sino también porque cada vez son más los emprendimientos privados que ponen el foco en este rincón del mundo atraídos por su radiación solar y por las estratégicas reservas de litio, un mineral codiciado por los fabricantes de las baterías que usan los celulares, las computadoras y sobre todo los autos eléctricos, cruciales en la tarea de mitigar el cambio climático.
Lejos de los espejismos y contra todos los pronósticos, la conciencia energética comienza a florecer desde la árida Puna jujeña.
Manuel Torino para La Nación (El autor es periodista especializado en sustentabilidad y fundador de www.Aconcagua.lat)